El 11 de abril de 2022 dio comienzo el juicio de Johnny Depp contra su exmujer Amber Heard. Tras una relación tormentosa en la que ella había sugerido en los medios que había sido maltratada, él la demandaba a ella por difamación y reclamaba 50 millones de dólares por daños y perjuicios. Heard, por su parte, contrademandó a Depp pidiendo el doble, 100 millones. Durante varios meses, y hasta el 1 de junio en el que se leyó el veredicto, el caso se convirtió en un circo mediático debido a la decisión de permitir cámaras y que se emitiera online un caso que involucraba a dos estrellas de cine a pesar de que la decisión final la tuviera un jurado popular.
El juicio real se produjo en las redes sociales y en la sociedad, donde todos opinaban y donde streamers, youtubers y muchos incels comentaron al segundo cada jugada como si se tratara de un partido de fútbol; y con el mismo nivel de hooliganismo.
Aunque el juicio haya quedado en el imaginario público como un caso sobre violencia machista, lo que se juzgaba realmente era si Amber Heard había difamado al actor al escribir un artículo de opinión en The Washington Post donde se describía a sí misma como “una figura pública que representa el abuso doméstico”. Un texto donde nunca se dio el nombre de Depp aunque todos infirieron que se refería a él. Lo curioso de este juicio es que el equipo legal de Depp no demanda al medio, sino solo a ella. Y lo hace en el condado de Fairfax, en el estado de Virginia, donde las normas por difamación son mucho más estrictas que en otros lugares, alegando que los servidores de The Washington Post se encuentran allí.
Lo que muchos vieron claro es que se trataba de un juicio en el que él quería restablecer su imagen pública, y por eso se posicionaron a favor de la emisión online de cada segundo del proceso legal, algo que los abogados de Heard intentaron impedir sabiendo que les perjudicaba de cara al veredicto del jurado popular. Un proceso que culminó con el fallo a favor de Depp en tres cargos y la condena a Heard por 15 millones de dólares en daños. El jurado también falló a favor de Heard en uno de sus tres cargos y le otorgó dos millones. Un dato que también fue obviado por muchos de los comentadores online, posicionados claramente del lado del actor.
Cientos de horas de un juicio que ahora han sido condensadas por el documental Depp vs Heard, que en tres episodios trata de resumir todo desde un punto de vista que intenta permanecer en la complicada neutralidad que nunca se tuvo durante la celebración del caso. El filme de Emma Cooper que ha estrenado Netflix coloca las declaraciones de ambos, cuando hablan de los mismos sucesos, de forma consecutiva, pudiendo escuchar las versiones de los dos protagonistas. El aporte del filme es más bien escaso, más allá de servir como compendio y mostrar las consecuencias de los juicios paralelos en la actualidad.
Heard describió con minuciosidad los episodios violentos y presentó vídeos donde se veía y escuchaba la actitud violenta. También donde ella confesaba haber pegado y ridiculizado a su pareja, uno de los momentos más comentados y que más la perjudicaron. Depp negó todo, aceptó su adicción a los opioides y llevó testimonios de gente de su equipo que tiraba por tierra las versiones de su expareja. Un caso en el que pronto se perdió la perspectiva, ya que como recuerda el abogado de Heard al comienzo del juicio, este caso no es sobre quién “cae mejor o peor, sobre si se está de acuerdo con ella o no, sino sobre si estaba en su derecho de escribirlo”. El equipo de Heard recordaba sin éxito que allí se debía hablar sobre libertad de expresión, y que los episodios violentos que ella sufrió, la forma en la que ella se sintió, eran más que suficientes para decir lo que dijo en aquel texto. Depp, por su parte, alegó que aquella columna perjudicó su carrera y su vida.
Todas las miserias de aquel juicio quedan al aire en este documental, pero sobre todo se airean las miserias de todos aquellos que se lucraron gracias a emitirlo online. Una decisión que, para Heard, afectó al jurado popular, que falló unánimemente contra ella. A pesar de las advertencias diarias era prácticamente imposible que aquellas personas se aislaran de las redes sociales, de los vídeos y de los memes, y la respuesta en internet fue brutal. Los fans de Johnny Depp, bajo el hashtag #justiceforjohnnydepp, se organizaron como fanáticos.
Cada declaración de Amber Heard era ridiculizada, convertida en meme, parodiada. Se rieron de ella, la insultaron y hasta amenazaron de muerte. Cualquier usuario que se posicionaba a favor de la actriz era vejado, lo que provocó una ola imparable de seguidores de Depp y un silencio casi sepulcral de fans de ella. La neutralidad del jurado popular se había sacrificado debido a un juicio popular que se estaba retransmitiendo en directo.
Depp vs Heard se pregunta qué hubiera sido del caso de O.J. Simpson si se hubiera emitido online. Aquí lo que se ve es que todos sacaron tajada: los streamers que pedían donaciones; abogados que se hicieron cuentas de TikTok y Twitch para comentar cada día y ganar clientes, y también ese perfil de youtubers, hombres machistas y misóginos que convirtieron este juicio en un ataque contra el feminismo y el Me Too. Uno de los más activos, Andy Signore, bajo el canal Popcorned Planet, realizó incluso una entrevista en exclusiva con Depp tras el juicio.
El documental acaba siendo un análisis sobre el peligro de las redes y sobre la verdad en tiempos virales. Las declaraciones del juicio eran editadas y manipuladas al momento, provocando una reacción en cadena imparable y en donde la verdad había sido mutilada. Uno de los casos más famosos fue el de la “mega pinta de vino”, una declaración que se atribuyó al abogado de Heard, del que se mofaron por usarla, y que realmente había sido empleada por el actor un minuto antes.
Esta serie documental no se moja sobre si es verdad que él sea realmente un maltratador o si ella le difamó, sino sobre las consecuencias negativas de la emisión online que, además, tuvo una víctima colateral, el movimiento Me Too y la credibilidad de muchas mujeres a las que se les dijo que si no se comportaban como la víctima perfecta no iban a ser creídas.